Entre los 3 y 6 años, es cuando los padres solemos tener más problemas para establecer las normas y hacerlas cumplir en los niños.
Hasta los 2 años, los niños suelen ser más fáciles de “manejar”, pero a partir de los 3 años, los cambios evolutivos y de desarrollo en los niños hacen que empecemos a encontrarnos con “piedras en el camino”.
A los 3 años, generalmente el lenguaje del niño ha evolucionado a un ritmo vertiginoso, empiezan a desarrollar una identidad propia por lo que empiezan a enfrentarse más a los adultos, aparecen las rabietas, las contestaciones, los “no quiero, no me gusta, los por qué tengo que hacer esto”, etc. Pero a la vez son mucho más autónomos, empiezan a comprender poco a poco el mundo que les rodea, interactúan más entre ellos y con los adultos.
En este período los niños van comprendiendo mejor las normas que rigen la convivencia en el mundo social, por lo que las normas irán encaminadas hacia esos escenarios. Si hasta entonces, antes de los 3 años, nos centrábamos en rutinas y hábitos en casa que les van ayudando a ganar autonomía, ahora podemos centrarnos más en las normas y límites en el ámbito social.
Por lo tanto, en niños entre los 3 y 6 años es importante que nos centremos en establecer normas de carácter social, (no se grita en el restaurante, no corro por la consulta del médico, comemos sentados o esperamos a que estemos todos en la mesa para comer por ejemplo) y las consecuencias de no cumplirlas y reforzar cuando las cumplan.
¿Cómo podemos empezar con las normas en casa?
Durante esta etapa los niños no poseen una idea muy compleja acerca de las normas y su racionalidad, pero saben que no pueden saltárselas porque tendrán un resultado negativo, (una consecuencia). Los niños entienden que las normas están para cumplirlas al pie de la letra o si no hay consecuencias negativas, (está muy mal no cumplir una norma), pero tenemos que tener en cuenta dos cosas:
– La primera que hay que enseñarles esas normas.
– En segundo lugar hay que ser coherentes y congruentes, (es decir que la norma se cumpla siempre y en las mismas circunstancias)o no van a llegar a entender e interiorizarlas.
Por otro lado, se debe tener en cuenta que hasta alrededor de los 7 años, el niño no tiene en cuenta otros puntos de vista, a lo que llamamos, egocentrismo infantil, y es que cree que todo el mundo piensa como él.
Por ejemplo: Vamos a casa de unos amigos a merendar, sacamos una bandeja de pasteles, y de pronto el niño toma 3 pasteles y se los come. ¿Se ha portado mal? Podemos pensar que sí, ya que los adultos solemos esperar a que alguien empiece, tomamos solo uno y no acabamos con la bandeja.
Pero el niño, que no sabe cómo tiene que actuar y además piensa en él y en sus necesidades. Pensará…”si hay pasteles y a mí me encantan tomo 3 y me los como”.
No piensa en las normas sociales. Por lo tanto hay que enseñarles poco a poco, o por lo menos irles guiando. “Si quieres algo de comer, pregúntaselo antes a mamá y a papá”, o bien, “hasta que no te digamos que puedes empezar no puedes comer pastelitos”, o “puedes tomar pero sólo uno porque somos muchos y todos tenemos que comer, si más tarde quedan podrás tomar otro, pero si los comes ahora no podrás comer más tarde (consecuencia). De esta manera guio su comportamiento y su conducta. Y así en todas las situaciones, (médico, tiendas, restaurantes…).
Al igual que en la etapa anterior debemos tener en cuenta que los niños no aguantan mucho tiempo haciendo lo mismo o no haciendo nada, y que si se aburren hay más probabilidades de que se “porten mal”.
A partir de los 3 años comienza la etapa de las rabietas para las que debemos estar preparados y saber actuar. El niño piensa en él y en sus necesidades, y lo que quiere lo quiere ya. Hay que tener en cuenta que ante la rabieta del niño, no hay que ceder a sus deseos, debemos explicarle la situación, (nos vamos ya del parque porque es tarde y hay que ir a cenar), pero ser firmes y no ceder.
Que el niño tenga un berrinche es normal, pero ante ese berrinche, si actúo a veces muy firme y a veces flexible, lo que vamos a provocar es que para conseguir lo que quiere grite, llore y pataleé hasta que finalmente lo consiga.
En esta etapa Los límites pueden establecerse de forma progresiva:
– Ir introduciendo normas sociales.
– Seguir siendo firmes y coherentes, aplicando los refuerzos y las consecuencias que se deriven de sus conductas.
– Entender cómo es el niño en esta etapa, aprovechando su autonomía, ayudándole a comprender cómo funciona el entorno en el que se mueve y se desarrolla.
– Dar ejemplo y enseñar con la propia conducta.
– Tener paciencia, los niños están aprendiendo a ser, pero todavía les falta tiempo y maduración.
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